¿En serio?, ¿las sillas ya están inventadas?, ¿Qué me estás contando?
Siempre he querido inventar algo, lo que sea, aunque sea por el gusto de decir, “esto lo he inventado yo”. Como eso de escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo. Había otra versión que decía montar en globo y otras cosas que no digo porque estamos en horario infantil.
Pues eso, que quería inventar algo para ver qué se siente. Podía haber sido otra cosa porque ideas no me faltan, en todo caso lo que si me falta es un poco de orden en mi cabeza, es como esto que estoy ahora escribiendo, totalmente caótico, siempre me ha fascinado cómo funciona el cerebro, por ejemplo el mío, como las ideas fluyen de forma desordenada. El truco es buscar el equilibrio. Demasiado desorden y el castillo de cartas se cae y demasiado orden no crea ideas rompedoras ni castillos espectaculares.
Carlos céntrate, por donde iba. ¿Sabes eso de estar haciendo cualquier cosa y pensar cómo se podría hacer de otra manera?, eso me pasa a cada rato… Voy a pensar un ejemplo para que me entendáis lo que digo. Estoy echándome la leche y pienso, hay que ver cuanto aguanta la leche en el tetrabrick, ¿meses?, y en cuanto lo abres entra el aire y comienza la cuenta atrás. Ya entraron las bacterias malignas y la leche empieza a estropearse. ¿Pero qué pasaría si pudiéramos sacar la leche sin que entrara el aire?, y mi mente empieza a divagar y sin darme cuenta estoy buscando en internet y pensando en los goteros que te ponen en el hospital ¿ahí sale el líquido sin que se contamine no?. Pues este tipo de ideas me pasan a cada rato por la cabeza sobre los temas más diversos. ¿Conocéis las aspiradoras tipo roomba?. Yo estuve pensando mucho tiempo en algo similar antes de que salieran. Y la guasa que tengo siempre con mi amigo Kike con esta historia.
Alguien podría pensar que esto es algo bueno, para estar drogándose pues así estás entretenido. Es un juego mental divertido, empiezo a buscar en internet y la mayoría de las veces encuentro algo parecido y eso no significa que la idea sea buena sino que el mundo es muy grande y tantas cabezas hace que surjan todo tipo de ideas, es como cuando te vas a abrir una cuenta de gmail y pones cosas rarísimas y todo está pillado, whattt?, ó comorrr?.
A lo mejor estás pensando, ¿pero tu no me ibas a explicar cómo inventar una silla?. Cierto.
Pues un día estaba yo pensando en el paddle surf, deporte que debió de inventar Jesucristo, todos decían: ¡Camina sobre el agua!, en realidad estaba subido en un paddle surf. 2000 años después resurgió en Hawai donde alguien decidió incorporar un remo para ayudarse con las olas. A mí, sinceramente, me pareció absurdo cuando lo vi por primera vez, no avanza tan rápido como un kayak y es mucho más inestable ¿qué ventajas aporta entonces?. Pero como trabajo en un barquito haciendo excursiones por el Cabo de Gata pues los iba viendo por ahí dando vueltas hasta que un día lo probé, ¡y que sensación mas chula!. Yo siempre había querido caminar sobre el agua y un día logré mi sueño. Fue en San Petersburgo, un invierno que el mar se congeló y pude caminar kilómetros mar adentro hasta que encontré a un viejo pescando en un agujero pescaditos pequeños, “malinka, malinka”… Carlos deja de divagar y vamos al asunto.
El paddle surf con el mar en calma y con la puesta de sol…
Así que me fui aficionando a este deporte, es el colmo de la simplicidad, una tabla y un remo. Yo podía haberme quedado ahí, dando vueltas como un tonto feliz en las calitas del Cabo de Gata pero como mi mente no se puede estar quieta, como mi amiga Natalia que me contó una vez que su hija cuando era pequeñita y le dijo después de una pesadilla: “mamá, el celebro no se puede parar…”(me encanta esa historia). Pues ahí estaba yo mirando la tabla y pensando. ¿Qué pasa si hago un recorrido largo?, estaría bien ir un ratito sentado, está bien ir de pie pero si voy cambiando de posición estaría mejor. Así que me pongo a buscar sillas para el paddle surf…
¿En serio?, ¿todo este rollo que nos has contado para empezar ahora con la silla?
Pues sí, así es como funcionan los cerebros humanos, es como los viejos que les preguntas algo y para responderte te cuentan lo que les pasó en la mili, “dices tú de la mili…”. Afortunadamente yo no hice la mili así que mi historia acabará antes.
La silla para Paddle Surf
Yo solo quería sentarme un rato para relajarme al hacer Paddle Surf. Esta iba a ser otra de las muchas ideas que tengo a cada rato y se acaban diluyendo como un azucarillo en la leche… por cierto, ¿la idea del recipiente para sacar la leche sin que se contamine puede dar más juego no? (lo reconozco, es cansadísimo vivir conmigo mismo).
El caso es que me pongo a buscar lo que existe y solo encuentro sillas como las de los kayaks, un cojincito y un respaldo, y lo pruebo, nada cómodo, hay que elevar la silla, vuelvo a buscar en internet y ahí mucha gente ha hecho cosas, como amarrar una silla de la playa a la tabla. Así que ahí voy yo también pero me doy cuenta que es super cómodo pero no se puede remar bien. Y ahí es donde la tontería se empieza a volverse obsesiva y empiezo a hacer prototipos para sentarse de la forma mejor que se me ocurre: de rodillas. Todo empieza a salirse un poco de control cuando empiezo a pensar que la idea parece que es buena. La culpa no la tengo yo solo, mis amigos también me dicen, Carlos, “esta idea si parece buena”.
Así que vuelvo al principio, siempre he querido inventar algo y pienso ¿pues puede ser esto no?. Pero el reto no es inventarlo, es patentarlo (un lío que te cagas), es fabricarlo (ni te cuento), pero todo esto no deja de ser la parte fácil, lo más complicado viene ahora, además de todo esto, ¡voy a venderlo!, ¡y voy a hacerme rico!… no, en serio, no soy tan iluso, mi mente empieza a volar y yo me esfuerzo por sujetarla como se aguanta una cometa con un hilo. Es como esos dibujitos de cuando uno está pensando y tienes el angelito y el demonio en cada oreja intentando convencerte. Gana el angelito prudente, me conformo con no arruinarme con la fantasía.
Pero ¿la idea será buena en realidad o serán pajas mentales mías?. Y ahí es cuando empiezo a darle la brasa a todos mis amigos y a perseguirlos para que la prueben. Y mi hijo Nico empieza a decirme, Papá, estás un poco pesao con la silla ya…
Todo esto me supera, entonces entra en juego mi amigo Liberto, le gusta la idea y se deja liar para llevar a cabo el invento.
Y ahí estamos fabricando por primera vez una de mis ideas… Hacemos unos prototipos y un video fantástico que deja a todo el mundo con la boca abierta. Todo va sobre ruedas, estamos fabricando las primeras 30 unidades y de pronto me entra el miedo… mezclado con un poco de culpabilidad, ¿y si no se vende?, la verdad es que estaba dentro de mis cálculos, es más, tenía más que asumido que lo más probable es que la idea fracase. Todos los libros de autoayuda que no he leído pero que me han contado dicen que hay que fracasar unas cuantas veces antes de triunfar. Así que eso estaba previsto, ¿a qué vienen los miedos entonces?. Bueno, esto no es solo una historia mía mucha gente está colaborando y ahora me siento un poco culpable de haberles hecho perder el tiempo si no llega a salir adelante.
Se notan los nervios del debut, la fabricación de las pocas unidades nos sale bastante cara y la silla no va a ser barata. Algunos empiezan a decirnos que la idea es cojonuda pero por ese precio… ¿cómo harán los chinos para fabricar tan barato?, en realidad si conozco la respuesta. Siguen las reflexiones que intentamos que sean racionales que se mezclan con las intuiciones. Nos movemos en un terreno complicado de los mercados que desconocemos. Sabemos que las redes sociales son fundamentales para dar a conocer el invento pero es un mundo complicado. Millones de mensajes luchan por ser escuchados. Liberto me dice, “a ver si te crees que a Pablo Escobar le resultó fácil vender la droga al principio”, pues también tiene razón.
Y ahí seguimos dándole vueltas a la silla. De pronto mi mente empieza a divagar sobre el sentido final de todo esto, tengo 45 años, me gustaría estar ocupado en cosas más profundas. Intento sacar conclusiones sobre todo este asunto. De pronto una idea que surgió casi de la nada, un día que con el mar en calma caminaba sobre el agua encima de una tabla acaba expandiéndose saltando de una cabeza a otra.
Es el juego de la mente humana, el azar de las ideas que habitan en nuestra cabezas algún día nos llevarán a las estrellas.
Vaya giro (esto me pasa por ver tantos videos de Berto Romero)